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Máquinas recreativas antiguas: las primeras arcade

Cuando hablamos de máquinas recreativas antiguas, la mayoría pensamos en los 80 y 90, en Space Invaders, Pac-Man y Tetris. Pero la historia de las arcade empezó mucho antes. Incluso antes que Pong, considerado el origen de los videojuegos tal y como los conocemos hoy en día. Años antes pasaron muchas cosas, que marcaron la historia de los videojuegos y, por tanto, de los videojuegos arcade.

Spacewar!

Éste no es el primer videojuego arcade, lo sabemos. Pero sí el primer videojuego interactivo -bueno, este título se lo disputa con Tennis for Two, pero nosotros no queremos entrar en polémicas- y, por eso, es considerado uno de los predecesores de las máquinas recreativas antiguas. Básicamente consistía en dos naves que se disparaban misiles entre sí en un entorno de gravedad simulada que las movía a las esquinas de la pantalla. Y contra eso también tenían que luchar, no sólo contra la otra nave.

spacewar

Spacewar! nació a principios de los 60 en el Massachusets Institute of Technology (MIT) y, aunque fue el primer videojuego que consiguió cierta difusión, no nació con el objetivo de entretener, si no con el de demostrar la capacidad de los ordenadores. En concreto, del ordenador PDP-1 que acaba de llegar al MIT y Steve Russel, junto a otros compañeros, quiso ponerlo a prueba. Para hacerlo, dedicó 200 horas de trabajo para escribir el código de la primera versión del videojuego.

Con ese código fuente original podía jugarse al Spacewar! desde cualquier PDP-1. De hecho, tuvo tanto éxito que estudiantes de otros centros de investigación fueron introduciendo sus propias modificaciones. Sin embargo, el equipo era tan caro que sólo algunos afortunados podían tener acceso a uno. Tal vez por eso la historia quedó ahí y Spacewar! no se convirtió en un fenómeno de masas, porque no estaba hecho para el bolsillo de las masas. Pero tiene el honor de ser el predecesor de las máquinas recreativas antiguas de videojuegos. Eso sí, la compañía fabricante del PDP-1, Digital Equipment, también quiso reconocerle el éxito e incluyó el videojuego de serie en su ordenador. Hoy en día sólo queda uno en el Museo de Historia de la Computación de Mountain View (California).

Galaxy Game

Ahora sí. Ya estamos en los 70 y ya podemos hablar de la primera máquina arcade de la historia. En la historia de las máquinas recreativas antiguas, Galaxy Game marca un antes y un después porque fue la primera con carácter comercial. Es decir, había que meter una monedita para jugar, como hacíamos nosotros de pequeños.

La idea fue de Bill Pitts, un recién graduado de la Universidad de Stanford, y su compañero de instituto, Hugh Tuck. Tras el éxito de Spacewar! se les encendió la bombilla, gracias también a que Digital Equipment hizo un ordenador más asequible, el PDP-11. Así que se propusieron construir réplicas de ese videojuego, al que se pudiera jugar a cambio de una moneda. Y se pusieron manos a la obra. Pitts se haría cargo de la programación y Tuck de la carcasa, es decir, del mueble arcade.

Después de tres meses y medio de trabajo lo consiguieron: nació Galaxy Game…y fue todo un éxito. En la cafetería de una de las facultades de la Universidad de Stanford se formaban largas colas para jugar. Pero todavía había un pero y, como casi siempre, ese pero era económico. Hacer una de esas máquinas costaba 20.000 dólares y cada jugador echaba 10 centavos por partida o 25 por cada tres. Así que los números no cuadraban. Por eso se acabó haciendo sólo una, aunque versiones posteriores permitieron jugar a más gente a la vez.

Y duró lo que duró. Las máquinas recreativas antiguas no eran tan robustas como las de ahora y Galaxy Game se acabó retirando siete años después. Casi 20 años más tarde, en 1997, se restauró y hoy puede contemplarse en el Museo de Historia de la Computación de Mountain View (California).

Computer Space

Casi a la vez que Bill Pitts y Hugh Truck, otras mentes prodigiosas pensaron lo mismo: sacarle tajada al éxito de Spacewar! o algo parecido. Pero Nolan Bushnell y Ted Dabney fueron más listos o, al menos, tuvieron más visión comercial e hicieron una máquina más barata. ¿Cómo? Pues diseñando una placa exclusivamente para el  videojuego, en lugar de utilizar los ordenadores que había en el mercado para uso general y que todavía eran muy caros.

Además de abaratar costes, también cambiaron el juego. Ahora no eran dos naves una contra otra, si no una contra varios platillos volantes a los que había que acabar destruyendo. Había nacido el primer videojuego matamarcianos.

Sin embargo, la historia de las máquinas recreativas antiguas está llena de altibajos y, aunque Computer Space prometía, volvía a haber un problema: era demasiado difícil. Por eso, tuvo mucho éxito en las universidades pero cero en los bares. Así que, aunque se fabricaron 1.500 unidades, no se llegaron a vender más de 1.000.

Pong

De los errores se aprende y eso hicieron Bushnell y Dabney. Querían seguir en la industria pero con otra idea: producir más juegos mediante la concesión de licencias de otras compañías para utilizar sus ideas. Así, fundaron Atari, que pronto volvería a dar un giro en la idea de negocio.

Nolan Bushnell había visto en vivo y en directo el funcionamiento del tennis de mesa de la Magnavox Oddyssey, la primera videoconsola de la historia. Y quedó tan encantado que retó a un empleado de Atari a hacer algo similar pero, además, con melodía y sonidos. Y el susodicho, que se llamaba Allan Alcorn, lo consiguió y con nota, porque añadió una serie de modificaciones que hacían el juego mucho más divertido.

Los jefes quedaron tan encantados, que decidieron poner la máquina a prueba en un bar y en pocos días, el cajón se llenó de monedas. Así que la cosa empezó a crecer y a mediados de los 70, Estados Unidos estaba “invadido” por el Pong que, incluso, empezó a exportarse. A partir de aquí, el resto es historia: llegaron Pac-Man, Super Mario, Tetris, Asteroids… las máquinas recreativas antiguas evolucionaron y pasaron a ser el entretenimiento de millones de personas en todo el mundo.

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